Conozco aquel sitio en el que nunca estuvimos. Sé cómo huele el aire allí, cómo entra la luz por la ventana. Conozco cada detalle de ese lugar: los colores de la pared, los libros de las estanterías, la pequeña lámpara y la mosquitera blanca que hay encima de la cama.
Sin embargo nunca estuve, y mucho menos contigo. Solamente me transportan allí mis sueños. Los sueños en los que tú sigues a mi lado, en los que no hay nada de que temer, en los que las dos nos sonreímos como dos enamoradas y somos felices por el simple hecho de estar juntas, de apoyarnos.
Ahora esa estancia está cada vez más oscura. Los libros están desordenados. Y hay un espantoso hedor a recuerdos putrefactos que no te permite entrar.
¿Acaso algún día volveré a soñar con aquella preciosa habitación?
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